domingo, 2 de febrero de 2014

Iba a repasar Unamuno, pero he decidido ponerme enfermo

Todo comenzó con un pensamiento, hace un par de días: "Unamuno entrará en el examen. Es un hecho. Los profesores de literatura se juntan de vez en cuando para hacer una masturbación furiosa y grupal mientras piensan en Unamuno". A partir de ahí me costó parar.

- Unamuno era triste, cínico e irracional, y cuanto más triste, cínico e irracional es un escritor español, más pasiones levanta. Ten en cuenta que ser inteligente, aplicar la lógica y saber discurrir no te convierte en racional. Hannibal Lecter no era racional, por ejemplo.
- Unamuno creía en los instintos. Tenlo en cuenta.
- Unamuno no llegó a formular un sistema filosófico coherente, complejo y cerrado, pero parece ser que le daba mil patadas a cualquier filósofo, como parece ser que en el centro de la galaxia habita una jirafa de tres cabezas llamada Perséfone.
- Unamuno quería trascender, pero se consideraba incapaz. Pobre Unamuno.
- Unamuno no expresó correctamente lo que quería, o bien sus críticos han sido mediocres y miopes, pues prácticamente existe un Unamuno para cada crítico (cada cual más deprimente que el anterior, por supuesto).
- Unamuno fue un neomístico, y no hay nada (pero NADA) que empalme más a los pseudointelectuales que un neomístico torturado.
- Unamuno consideraba que el propio autor de una obra no es su mejor crítico, cosa que puede ser cierta o no dependiendo del autor. Pero lo que Unamuno quería decir en realidad es que un hombre no puede ser juez de sí mismo. Unamuno era tan imbécil que ni él mismo se lo creía.
- Unamuno veía los objetivos como lo peor del camino, como una especie de final desgarrador y precursor de un vacío sin precedentes, algo así como morir en vida. Unamuno aseguraba que todo era camino. Unamuno desconocía que cuando alguien es honrado consigo mismo y pelea por su felicidad, el objetivo se está cumpliendo minuto a minuto. Unamuno sufría porque a Unamuno le apetecía sufrir.
- Unamuno me parece ridículo e infantil y ahora mismo es la causa principal de mi aburrimiento, pero como ya mencioné, Unamuno anida en los sueños húmedos de mis profesores y tengo que hacerle una felación sobre la hoja del examen si quiero aprobar, así que me estoy desquitando con esto.
- Unamuno quizás se sintiera ofendido por la terminología que uno de sus críticos utiliza en uno de sus escritos, según palabras del propio crítico. Unamuno adolece de tener críticos gilipollas, dispuestos a pedir disculpas a un cadáver.
- Unamuno no se presta a análisis. Unamuno podría ser definido hoy de una manera y mañana de otra diametralmente opuesta. Unamuno parece estar en manos del Ministerio de la Verdad de la novela 1984 de Orwell. Unamuno consigue, de este modo, eyaculaciones filológicas por doquier, pues a la mayoría de filólogos les chifla que sus autores favoritos sean incoherentes y no se dejen analizar.
- Unamuno creía, o así lo sospecho yo, que escribir un libro es cuestión de mirar una hoja en blanco a la espera de que las musas te la chupen y tú escupas de repente un super ventas. Unamuno ignoraba que la estructura de un libro (un buen libro y tal) es más compleja que los planos de un rascacielos.
- Unamuno es definido de tantas formas que en el examen lo describiré como el descendiente intelectual de un diplodocus, a ver si cuela.
- Unamuno se empeñaba en reconciliar tendencias incompatibles, lo que me da hambre y sueño. 
- Unamuno vivía con la dicotomía moral-práctico, sin saber que eso solo existe dentro de la atolondrada cabeza de uno mismo.
- Unamuno era tan inseguro que resulta deprimente leer algo relacionado con él, ya sea su código postal o su certificado de nacimiento. Unamuno quería parecer patético. Unamuno lo consiguió.
- Unamuno consideraba que renegar intelectualmente de su propia obra era innovador y magnífico. Unamuno: chupa y mama que se derrama.

Yo iba a repasar la obra de Miguel de Unamuno, de verdad, pero he decidido ponerme enfermo.

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