"El Romanticismo es una categoría de arte basada en el reconocimiento de que el hombre posee la capacidad de la voluntad." - Ayn Rand
Muchas personas entienden el Romanticismo simplemente como un aspecto del amor, o más concretamente como una "forma de amar" (el amor romántico). Un estudio más profundo sugiere que el Romanticismo es una escuela o categoría de arte que ensalza la supremacía de los sentimientos por encima de la propia razón. Es precisamente en este punto donde surge la dificultad de definir la naturaleza del Romanticismo: si los clasicistas anteriores fungían como "campeones de la razón" -cuando no tenían respuestas reales a por qué sus reglas debían aceptarse como válidas-, a los románticos se los relegaría de esta línea y serían definidos como defensores de las emociones -de la primacía de las emociones-. Este elemento emocional fue el rasgo más fácil de identificar del movimiento romántico y se lo tomó como definitorio de este, sin más. Pero esta concepción derivó de estudiar los consecuentes sin tener en cuenta los antecedentes, a saber: que los sentimientos son respuestas a ideas, a valores. Primero viene el análisis racional y, una vez realizado, el final de esta cadena conceptual es el sentimiento, y no al revés (el hecho es que este proceso ocurre en nuestro cerebro demasiado deprisa como para identificarlo a través de experiencias meramente concretas, siendo necesaria una reflexión más rigurosa). La confusión terminó de asentarse si tenemos en cuenta que los románticos veían su causa, ante todo, como una lucha por su individualidad, y al no ser capaces de definir en términos conscientes y racionales las justificaciones metafísicas de dicha tendencia, optaron por los sentimientos como estandarte de sus intenciones artísticas. De este modo, además de no indagar en las auténticas bases de su pensamiento, o filosofía, o simplemente sentido de vida, también rechazaron el papel fundamental que la razón jugaba en su forma de arte. El motivo es simple: por aquel entonces se desconocía el hecho de que la facultad de la razón es la facultad de la voluntad, debido, en gran parte, al inmenso influjo de las filosofías posrenacentistas. Teniendo en cuenta, a su vez, que autores como Schelling o Schopenhauer (abiertamente místicos), que defendían la supremacía de los instintos y los caprichos sobre la razón, fueron declarados como románticos, el desconcierto estaba asegurado desde la disciplina cuyo cometido es explicar las funciones y la naturaleza del arte: la Filosofía (pues la Estética es una rama de la Filosofía).
Si el hombre es un ser de conciencia volitiva, quiere decir que su interés más íntimo y fundamental gira en torno a la elección de los valores que habrán de guiar sus acciones, de lo que es corolario el hecho de que debe actuar para alcanzar dichos valores y/o mantenerlos. Ocurre así tanto en el amor romántico -del que hablaré en una entrada posterior- como en el concepto artístico de Romanticismo o como actitud hacia la vida. La confusión que mencionaba antes es identificable en las gigantescas contradicciones internas de los llamados artistas románticos, y dichas contradicciones son consecuencia -no causa- de desligar la razón de los sentimientos (insisto: el reconocimiento emocional es una parte vital del proceso racional). Por tanto, lo que el Romanticismo trajo al arte -aunque sus propios defensores lo negaran o no supieran identificarlo- fue la primacía de los valores y de las ideas: las obras románticas giraban en torno a una fuerte intensidad emocional, un colorido llamativo, una imaginación desmedida y un sentido del yo profundamente arraigado. Todas estas características son el reflejo de los valores y de los juicios de valor de los románticos.
Dicho esto, en entradas posteriores haré hincapié -con más detalles y argumentos- en los errores de interpretación en torno al Romanticismo (y no solo como escuela de arte, sino en general).
No hay comentarios:
Publicar un comentario