Prometheus, su último trabajo, se estrenó en varios países del mundo hace más de un mes, pero ha tardado un poco más en llegar a España. Una de las cuestiones que me mantuvieron en vilo durante un tiempo fue si este film sería de verdad una precuela de Alien. Al ver la película resulta obvio que existe una relación bastante directa, si bien el propio director afirmó que dicha relación no es total. Se trata sencillamente de una película que explora ciertos aspectos del universo y la mitología de Alien, pero no una precuela propiamente dicha.
Intentaré resumir el argumento todo lo que pueda, pues no es lo que me interesa comentar. La nave de exploración científica Prometheus se dirige a un sistema planetario en el que sospechan que puede existir una respuesta al origen de la humanidad, debido a que unos arqueólogos habían descubierto un mapa estelar cuya estructura se repetía en antiguas escrituras de diferentes civilizaciones que no habían tenido contacto entre sí. Así pues, deducen que no puede ser una mera coincidencia, y el anciano Peter Weyland decide financiar una misión tripulada de exploración a la única luna habitable del sistema planetario. Llegan al sitio y entonces comienza lo hardcore: dentro de una enorme estructura laberíntica encuentran el cadáver decapitado de un Ingeniero (los seres humanoides que, se supone, fueron los diseñadores de la humanidad), lo que les hace plantearse que el lugar posee algo de extraño. Comienzan los ataques, las muertes, las desconfianzas, etc. No quiero hacer spoiler de la película ni extenderme demasiado en contar el argumento. Como ya dije antes, no es eso lo que me interesa comentar. Si te interesa saber cómo continua la película, te recomiendo de verdad que vayas a verla a tu cine más cercano.
Salí del cine con la gratificante sensación de no haber depositado mi confianza en saco roto: la película fue lo que esperaba y más, lo cual es mucho decir pues mis expectativas sobre la película eran bastante altas. Este film me recordó a 2001: Odisea en el espacio de Kubrick por una razón: el director supo crear una historia original, coherente y redonda y, además, fue capaz de emplear las mejoras tecnológicas de hoy día de una manera totalmente eficiente. Uno de los principales defectos de las películas modernas es que abusan del aspecto gráfico para intentar suplir otras carencias muy obvias: argumento obtuso, actores mediocres, mala producción, etcétera. No es el caso de Prometheus, donde el apartado digital resulta soberbio pero no empalagoso. El talento a la hora de contar una historia y el correcto uso de los medios tecnológicos de los que se disponen en la época suelen desembocar en una buena película. Sin olvidar el reparto de actores, entre los que destacan Charlize Theron y Michael Fassbender, a quien recordamos de películas como 300 y Malditos Bastardos.
A todo eso debemos añadirle el asunto de la exploración espacial, un tema que resulta muy atractivo hoy día. Damon Lindelof, uno de los guionistas, lo expresó diciendo que los viajes espaciales no solo han de tener como objetivo la colonización de otros planetas, sino también el afán del ser humano por conocer más sobre sí mismo. Dicha curiosidad es un impulso natural en toda persona humana, y saber explotar y mostrar este concepto es un gran punto a favor del artista (ya se trate de un literato, un pintor, un músico o, en este caso, un director de cine). Esto hace que te sientas identificado con los protagonistas de Prometheus porque, al fin y al cabo, ¿quién no desea conocer sus orígenes más primigenios?
Por último, quisiera comentar un detalle (quizás bastante subjetivo) que, en lo personal, me llama la atención: el sincero cariño de los directores hacia sus obras. En Prometheus nos muestran un tema que fue la piedra angular de Blade Runner: la relación entre humanos y androides. Uno de los tripulantes de la Prometheus es David, un androide que parece salido de la Magnum Opus de Ridley Scott y que recuerda a los Replicantes de dicha obra.
Si te gusta el cine, ve Prometheus. Y si no te gusta el cine, también.
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