martes, 28 de agosto de 2012

Hermanos Marx: Una noche en la ópera

"Tienes que ver la puta película. Ahora."
-Yo a Noes


Quien diga que los hermanos Marx no necesitan presentación es un vulgar mentiroso. Groucho es el único que no requiere introducción alguna, pero no podemos olvidar a los demás miembros de la familia de cómicos. Si bien Harpo y Chico son, junto a Groucho, lo más recurrentes, también son dignos de mención Gummo y Zeppo, a quienes vemos en algunas otras producciones. Y no, no seré yo quien cuente la vida de todos ellos. Para eso ya tienen Wikipedia, damas y damas.

Hace un par de días revisaba mi lista de películas en busca de alguna que tuviera lo suficientemente vista como para distraerme y relajarme sin tener que prestar demasiada atención, y así conciliar el sueño por la noche. Eran muchas, muchas, MUCHAS, las que ya había visto innumerables veces. Sin embargo, mis ojos se detuvieron en Una noche en la ópera, de los ya mencionados hermanos Marx. Este film no entraba en la categoría de "suficientemente vista como para distraerme y relajarme sin tener que prestar demasiada atención, y así conciliar el sueño por la noche", ya que solo la había visto una o dos veces en toda mi vida, pero decidí verla de todos modos.

No, no fue una buena elección. En un primer momento, gilipollas de mí, pensé que podría tumbarme a escuchar los chistes y bromas de Groucho y sus hermanos hasta caer dormido. Huelga decir que olvidé la escena del camarote y el incesante ir y venir de Harpo, quien no dice una sola palabra en ninguna película, destacando más por su expresión corporal, etcétera. Por tanto, misión fallida. Pero al menos me reí un rato y se me ocurrió escribir un pequeño post sobre Una noche en la ópera, así como sus tres protagonistas: Groucho, Harpo y Chico.

La trama gira en torno a una compañía de ópera en la que Groucho quiere inmiscuirse para sacar beneficios. Realmente, casi todas las películas de los hermanos Marx poseen una estructura semejante: Groucho intentando amasar una gran fortuna rápidamente, a menudo seduciendo a una mujer de mediana edad, rica e ingenua, mientras que los otros hermanos van a lo suyo, sembrando el caos y la discordia y cruzándose con Groucho en ciertas ocasiones. Todo ello lubricado con multitud de chistes y diálogos verdaderamente ingeniosos y payasescos, pues ni Groucho ni Chico (ya que Harpo hace siempre de mudo) abren jamás la boca para decir algo medianamente serio, así como de algunas escenas de tipo musical. Se trata de una película de humor disparatado, a veces incluso demasiado disparatado para la época, o al menos eso pienso yo. Las situaciones son tremendas y absurdas, insostenibles en la vida real, pero muy divertidas.

Unas líneas más arriba me comprometí a hablar de los tres hermanos que participan en la película, pero Groucho absorbe inevitablemente toda mi atención. Es un sujeto despreocupado y sin escrúpulos, pero incapaz de caer mal a nadie. Y sí, me dispongo a dictar sentencia: es absolutamente imposible que Groucho Marx le inspire antipatía o rechazo a alguien, sea quien sea y venga de donde venga. Quien diga lo contrario sencillamente lo hace por llamar la atención. ¿No me crees? Echa un vistazo a esto.


Posiblemente la escena más conocida de todas las películas de los hermanos Marx. Rezuma absurdo por los cuatro costados. No hay más que ver cómo todos intentan entrar al camarote pese a ser conscientes de que no hay espacio material. Mientras todos entran como pueden en un espacio tan reducido, Groucho se dedica a interpretar su sempiterno papel de minigun cómico, soltando frases ingeniosas y chistes todo el tiempo, uno detrás de otro, casi sin que el espectador tenga tiempo de asimilar una broma cuando ya le están penetrando con otra. Si una persona de risa fácil y mente rápida ve esta película, puede morir perfectamente entre carcajadas.

Nada puede detener a los hermanos Marx. Allá por donde pasan se afanan en convertir en posible lo imposible. Groucho siempre llevará la última palabra, siempre. Chico te convencerá de algo por muy en contra que puedas estar de ese algo. Y Harpo no se está quieto un solo segundo, a consternación de todos cuanto les rodean, pues suele pasar el rato con bromas pesadas, fungiendo como una especie de ninja de la comedia.

No hay mucho más que decir sobre la película; habla por sí misma, por lo que te recomiendo encarecidamente que la veas. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero he de insistir en que lo mejor de estas películas son sus diálogos y frases (pues más de una vez Groucho se enzarza en monólogos, ya que suele ser complicado responder a lo que dice). Y como es el aspecto que más me gusta de estos filmes, cerraré este post con mis frases favoritas de Una noche en la ópera.
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 (Un camarero llama a gritos a Groucho, que en esta película responde al nombre de Otis B. Driftwood)
Camarero: ¡Señor Driftwood! ¡Señor Driftwood! ¡Señor Driftwood!
Groucho: Botones, ¿quieres hacer el favor de no ir gritando mi nombre por todo el comedor? Yo no grito el tuyo.


"Tenemos que pensar un plan favorable, pero como yo pienso muy despacio necesitaré todo el día."
-Groucho

"No le despiertes. Tiene insomnio y quiere curárselo durmiendo."
-Chico

"Su padre fue un pequeño barítono y el primer hombre en inventar los macarrones rellenos de bicarbonato de sosa, lo cual causa y cura las indigestiones a la vez."
-Groucho

Groucho: ¿Me sigue usted?
Margaret Dumont: Sí.
Groucho: Pues deje de hacerlo o llamaré a la policía.
-Extracto de una conversación entre Groucho y Margaret Dumont.

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